martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo 27. "No le gustan los angelitos".

Suelto una carcajada burlona, pero no me hace tanta gracia cuando Alex se me queda mirando fijamente con curiosidad.
-¿Sigues teniendo el tatuaje?- me pregunta y, sin darme tiempo a contestar, me hace pasar dentro de su casa, cierra la puerta, me da la vuelta y me levanta la camiseta para ver el tatuaje.
-¿Quién me hizo ese tatuaje?- le pregunto, mientras observo las alas por encima de mi hombro. La verdad es que es muy bonito.
Alex se limita a pasar un dedo con suavidad por encima. Al contacto, me arde la piel en el tatuaje y él aparta la mano corriendo. Sin embargo, no ha sido desagradable. Chavakiah está también mirando el tatuaje con curiosidad, parece que se ha olvidado del gato. Pero su calma se interrumpe al aparecer éste en el salón.
-¡Chavakiah!- le digo con severidad. Él comprende el mensaje y se queda sentado en el suelo, mirando fijamente al gato.
Alex me suelta y se sienta en el sofá al lado del gato, al que acaricia despistado.
-¿Cómo se llama?- señalo al gato.
-No le he puesto nombre.
-¿Y cómo le llamas?
-No le llamo. Él va por su cuenta y yo por la mía.
Sigue acariciando al gato, que me mira fijamente con sus ojos amarillos.
-Me da mal rollo- le digo frunciendo el ceño.
-¿El qué?
-Tu gato.
-No le gustan los angelitos- se burla. Ahora me doy cuenta de que debería haber prestado más atención.
-¿Dónde has estado?-le pregunto.
-Aquí y allí, ya sabes- contesta con vagueza.
-Es una respuesta un tanto imprecisa.
-Confórmate.- El muro otra vez.
-Confiaba en ti. Te lo dije. Y tú me abandonaste- le reprocho.
-No siempre se tiene lo que se quiere- me dice. Pero tiene la mirada mucho más lejos. Me mira de verdad y cambia de tema enseguida.-Vas a la Universidad, ¿no es eso?-Asiento con la cabeza.- ¿Qué estudias?
-Derecho. En la Universidad de Seattle donde, por cierto, no estudias. ¿También tenías que mentir con eso?- El enfado ha vuelto. No puedo más, voy a explotar de un momento a otro.
Él se limita a soltar una risa sarcástica que me da ganas de callarle con un bofetada. Se inclina hacia delante en el sofá sin apartar la vista de mí.
-No tengo porqué darle explicaciones sobre mi vida a una niñita inmadura que no es capaz de controlar ni su propia vida, y mucho menos a su novio psicópata.
Eso ha dolido. Siento como si me hubiese dado una patada en plena tripa. Miro en sus ojos, anonadada, y veo una profundidad que esconde pensamientos mucho más complejos de lo que yo pueda imaginar. Pero no puedo ver nada por el maldito muro que me obstruye la vista. Un muro que se ha hecho aún más fuerte con el año que ha pasado en donde quiera que haya estado.
-Vete al infierno, Alex- le susurro mientras salgo corriendo por la puerta, acompañada de Chavakiah.
-Iría encantado si pudiera- dice alto para que lo oiga. Cierra la puerta de su casa y yo entro en la mia dando un portazo y sin mirar atrás, para que no vea las lágrimas que se agolpan en mis ojos.
¿Para esto viene?, pienso con rabia, ¿Para no darme ninguna explicación y encima burlarse de mí?
Chavakiah viene a mi lado a acariciarme la pierna con el hocico. "Dios de la alegría"... Lo cierto es que di en el clavo.
Pero no es hasta que me he calmado y pienso con claridad, que me doy cuenta de que se ha quedado mi perla.



-Vete al infierno, Alex.
-Iría encantado si pudiera.

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