martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo 31. Astaroth.

-¿Somos... Inmortales?- le pregunto.
-Solo en el Paraíso o el Infierno.
-Yo pensé que los ángeles vivían en el Cielo y los demonios en el Averno.
-Solo los más poderosos. Porque, ¿cómo vamos a hacer el mal o el bien desde ahí? Vivimos en la Tierra y luego vamos al Infierno o al Paraíso. Aunque es cierto que envejecemos mucho más despacio que los humanos corrientes a partir de la edad adulta. Crecemos igual que ellos hasta que alcanzamos los veinte años. A partir de ahí tiene que pasar un siglo hasta que aparentemos tener 21. Y así sucesivamente.
-¿Has estado alguna vez en el Infierno?
-Por poco tiempo. Mis padres eran demonios. Pero me mandaron a la Tierra, a un orfanato, cuando no había cumplido ni mi primer año de edad.
-¡Qué cruel!- exclamo con horror.
-¿Por qué? Era mi deber.
Se hace un silencio que rompe al fin diciéndome:
-¿Tienes más preguntas?
-Por supuesto. ¿James era un demonio?
-No, solo un gilipollas que no tenía ni idea de donde se estaba metiendo.
-¿El hombre de... Astaroth cortó la línea del teléfono cuando fui a llamar a la policía?
-Sí. Quería quitarte de en medio. Eres, y sigues siendo, una amenaza para el Infierno.
-¿Porque soy un ángel?
Asiente, pero en sus ojos veo que hay algo más que me oculta.
-¿Por qué eras tú el que me tenía que decir la verdad?
-El destino- se encoje de hombros.-Yo fui el que te despertó.
-Muy bonito, sí-dice una voz a mi espalda. Me giro y me encuentro a Astaroth. Él mira mis alas por un momento con desprecio y luego se dirige a Alex o Asderel. Ya no sé ni cómo llamarle.-¿No recuerdas lo que te dije?
-Natalie, déjanos solos, por favor.-Sus hombros se tensan. Como un niño que sabe que ha hecho algo malo y espera el castigo. Pero hay desafío en su mirada.
-Pero, ¿y mis alas?-le pregunto.-Si las ve un humano se extrañará, ¿no?
-Los humanos no pueden verlas- me dice Astaroth, irritado por mi ignorancia. El odio palpita en su mirada.
Salgo por la puerta, echándole una mirada a Alex. Él está concentrado en Astaroth. Pero antes de cerrarla del todo, llego a oir una última cosa.
-Te dije que te alejases de ella. Si hubiese sabido que me ibas a desobedecer tan rápido no te hubiese dejado volver-dice Astaroth, enfadado.-¿Se lo has dicho todo?
-No sabe lo que me está haciendo. Tenía que saber la verdad.
-Un sentimiento muy loable, impropio de un demonio. ¿Necesitas más pruebas? ¡Esa chica te está matando!
Cierro la puerta del todo. ¿Soy un peligro para Alex? Joder, ¡ha dicho que le estoy matando! Debería alejarme de él. A partir de ahora le evitaré.
Corro hacia mi casa. Me cruzo con una vecina cotilla que se para a hablarme, y no me queda otra opción que detenerme.
-Hola, Natalie- me saluda con una mirada calculadora en los ojos. Mierda. Me ha cazado y quiere marujear.
-Hola, señora Corner.
-Hace mucho que no te veo... ¿Estás con ese chico?- No me hace falta girarme para saber que señala la casa de Alex. Vaya, ha ido directa al grano.
-No, señora Corner- digo con una sonrisa cortés.- Y, si me disculpa, tengo prisa.
Sigo andando deprisa hasta mi casa sin esperar su respuesta. Entro por la puerta y la cierro. Apoyo la frente en la puerta, y cierro los ojos, intentando asimilar todo lo que me ha dicho Alex. Cuando exigí la verdad no esperaba esto, desde luego. Pero siempre es mejor saberla a ignorarla, como ya le dije a Alex. Y me da igual que su verdadero nombre sea Asdarel, no me acostumbro.
-¿Natalie?-pregunta Vir con cautela. Están en la entrada del salón, mirandome con preocupación.
-Lo siento, llevo mucho rato fuera. ¿Se ha acabado la peli?- Compongo una sonrisa para que no pregunten. Pero entonces me doy cuenta de que no me están mirando a la cara, sino a las alas. "Los humanos no pueden verlas" había dicho el hombre de los zapatos rojos.


- ¡Esa chica te está matando!

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