martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo 28. Razones.

No le volví a ver hasta una semana después, cuando volvieron mis padres del congreso de Chicago con un collar para Chavakiah de regalo. Se dieron cuenta de que había regresado y le invitaron a cenar, a pesar de mis protestas.
Y hoy es el día de la cena.
Me preparo para una cena fría y silenciosa, que es lo único que puedo esperar después de nuestra última conversación, cuando le mandé al infierno. No sé que le han hecho en este último año, pero ha vuelto mucho más frio, duro y cerrado de lo que había sido. Y con aún más misterio.
Mi madre le abre la puerta a las siete en punto y pasamos directamente al comedor. No puedo evitar pensar en la última vez que vino a comer a mi casa y todo lo que ocurrió.
-¿Cómo es que te fuiste?-le pregunta al final mi padre. Yo presto atención pero mantengo la vista fija en mi plato, fingiendo indiferencia.- Si se puede saber, claro.
-Mi tio estaba muy enfermo- dice mi vecino. Yo le miro y no puedo saber si miente, pero estoy segura de que no fue eso lo que le hizo partir. Llamadme egocéntrica, pero tengo la sensación de que fue algo relacionado conmigo y con mi demanda de explicaciones. Pero, ¿qué puede haber tan importante en la verdad que le haya hecho irse de la ciudad, o incluso del país, durante un año?
Mi madre cambia de tema rápidamente, dándose cuenta de que no van por buen camino.
-¿Sigues estudiando en la Universidad de Seattle?
-No, me he tomado un año sabático y luego decidiré si sigo estudiando aquí.- Me lanza una breve mirada por encima de la mesa, como diciendo "ya he contestado a tu pregunta, ¿no?"
-¿Cuál es tu otra opción de Universidad?- se interesa mi padre.
-La de Nueva York. Siempre he querido estudiar allí.
No puedo evitar pensar en lo lejos que está Nueva York, y que si consigue estudiar allí se mudará y no le volveré a ver. Y más le vale darme explicaciones antes de irse.
La cena transcurrió normal, y al acabar fuimos al salón. No tengo ni idea de cómo y aún hoy me pregunto si no fue él quien lo causó, pero acabamos él y yo solos en el salón.
-¿Tu tio? Esperaba un poco más de imaginación por tu parte- le digo, mordaz.
Me dirije una larga mirada que acaba con una sonrisa de lado.
-¿Quieres saber por qué me fui?-Asiento.- Porque tenía que alejarme de ti.
Y acto seguido, se dirige a la cocina a despedirse de mis padres, mientras yo me quedo inmóvil sin poder decir nada.
-Muchas gracias por todo. Me voy, mañana me tengo que levantar temprano.- Le oigo decir a Alex. Y aunque está en la habitación de al lado lo oigo como si estuviese en otro mundo, a kilómetros de mí.
-Te veremos pronto, ¿no?-Oigo la voz de mi padre.
-Sí, pienso quedarme indefinidamente.
Se dirige a la puerta y le corto el paso.
-¿Qué has querido decir con eso?- le pregunto, tapándole la puerta.
-Buenas noches, Natalie.- Me aparta de la puerta con suavidad y sale, cerrándola tras de sí. Y dejándome a mí, al otro lado, preguntándome qué he hecho para alejarle de mí. ¿Tanto insistí como para que tomase la decisión de irse? Bueno, tampoco se me puede culpar de querer saber la verdad sobre mi vida, ¿no? Él debería entenderlo. De estar en mi lugar estoy segura de que querría saber todo lo que ocurrió. Pero no, para él es mucho más fácil huir, pienso con sarcasmo. ¿Esa es tu salida fácil?, pienso como si estuviese hablando con un Alex imaginario.
Pero no se va a librar tan fácilmente. Una vez me dijo que era muy testaruda, y ahora va a comprobar lo testaruda que puedo llegar a ser. Y esta vez no le voy a dejar irse hasta no tener las respuestas que quiero.
Mierda. Y yo sigo sin mi collar.



-¿Quieres saber por qué me fui? Porque tenía que alejarme de ti.

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